Jacob
nunca subió por la escala
que se incendiaba en su sueño,
sueño opresor como piedra
en el polvo, y para cuando
él debió de levantarse
como flama para unirse
al coro aquél, ya no quiso
viajar,
así que cerró
sus ojos al Serafín
que ascendía, sin conciencia
de la distancia imposible
entre sus pasos, no pudo
mirarlos trepar la escala
brillante, desvaneciéndose
poco a poco en la dispersa
luz de los astros,
durmió
todo ese tiempo, una piedra
sobre una almohada de piedra,
temblando. La gravedad
siempre es mayor que el deseo.
“The Burning Ladder “translated by Hernán Bravo Varela,