Escuchas lo que tiene que decir la casa.
Tuberías ruidosas, fugas de agua en lo oscuro,
muros hipotecados que, inconformes, se trocan
y voces que se apilan en barullo infinito
de quejas cortas, como sonidos de familia
que año con año has ido aprendiendo a ignorar.
Debes oír las cosas que posees, todo aquello
por lo que trabajaste en los últimos años,
el rumor de los bienes, de cosas averiadas,
partes flojas a punto de caer desprendidas.
Enrollado en las sábanas, recuerda todos
esos rostros que nunca te fue dado amar.
Cuántas voces te habían esquivado hasta ahora,
el horno ventilado, la duela bajo el pie
y las acusaciones constantes del reloj
que cuenta los minutos registrados por nadie.
La claridad terrible que trae este momento,
la perspicacia inútil, la oscuridad intacta.
Translated by Hernán Bravo Varela.